RESUMEN DE LA PONENCIA QUE CON MOTIVO DE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO “GESTIÓN Y DESARROLLO DE UNA FIRMA DE AUDITORÍA” SE CELEBRÓ EN EL COLEGIO DE ECONOMISTAS DE MADRID EL DIA 21 DE OCTUBRE DE 1993
INTRODUCCIÓN
Ante todo, quisiera agradecer al Colegio de Economistas de Madrid y a su Decano D. Gerardo Ortega la oportunidad de presentar mi libro ante los colegiados de Madrid, y al Sr. D. Ricardo Bolufer, Presidente del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas, sin cuya iniciativa no hubiera sido posible su publicación.
Les agradezco de forma muy especial las palabras y comentarios que ambos han hecho sobre mi persona, que considero inmerecidas, y que responden a las experiencias que hemos compartido en el campo de la auditoría en estos últimos años.
Sin más, y antes de abordar el tema central de la charla, quisiera exponer unos breves comentarios sobre el libro objeto del presente acto.
TEMA DEL LIBRO
El libro «Gestión y Desarrollo de una Firma de Auditoría», se concibió durante los cursos que a partir de 1989 organizaron los Colegios de Economistas, y dieron lugar a una ponencia sobre el mismo tema impartida en el Congreso de Economistas celebrado en La Coruña en Diciembre de ese mismo año. En aquellos momentos, la preocupación de los auditores se centraba más en porqué crear una firma y cómo hacerlo que sobre cómo organizarla.
Algunos de estos cursos tuvieron la suerte de contar con la participación de D. Ricardo Bolufer, quien con su presencia quiso apoyar cuantas actuaciones se hicieran en las Corporaciones profesionales para crear despachos y firmas de auditoría bien organizadas y adecuadamente dimensionadas.
Fruto de estos cursos fue la oferta del Presidente del ICAC, para escribir un libro sobre esta temática con el objetivo fundamental de servir de manual y texto de referencia para muchos despachos y pequeñas y medianas firmas de auditoría. Con esta iniciativa se pretendía cubrir una laguna en la bibliografía actualmente existente sobre nuestro sector.
Mi intención al escribir el libro no ha sido otra que la de plasmar mis experiencias sobre las peculiaridades de esta actividad en cuanto a la organización y administración interna de nuestros despachos. Experiencias que fueron obtenidas en mi colaboración con grandes firmas y, de forma muy especial, en mi relación con los casi trescientos despachos de auditoría, clientes de Audinfor.
En su redacción he procurado abordar los diferentes aspectos que confluyen en nuestra actividad siempre bajo un punto de vista estrictamente empresarial. El estilo y lenguaje utilizado se ha querido que fuese lo más claro y directo posible, evitando planteamientos esotéricos y academicistas. Se han evitado las erudiciones y las largas referencias a textos legales y se ha incorporado una cierta dosis de humor como forma de evitar la aridez del tema.
Soy consciente de que se han quedado muchos temas en el tintero y que algunos de los planteamientos propuestos en el libro pueden ser discutibles; sin embargo, y a pesar de ello, me queda la satisfacción, por lo comentarios hechos por muchos compañeros, de saber que ha provocado debates internos en los despachos y despertado determinadas inquietudes y algún que otro sobresalto.
LAS FIRMAS DE AUDITORÍA ANTE LA CRISIS ECONÓMICA
El tema de la ponencia tiene un morboso atractivo que daría lugar no a una charla de 15 minutos, sino a toda una serie de sesiones en las que se abordarían en profundidad las diferentes causas y los muchos efectos que sobre nuestra actividad profesional está provocando la actual crisis económica que padecemos.
Nadie duda en este momento que existe crisis. No vamos a comentar sus causas; baste decir que la crisis está ahí, y lo que hay que analizar son los efectos inmediatos que sobre nuestra actividad está provocando y las posibles medidas que podemos y debemos adoptar.
Antes de enumerar los efectos que la crisis está produciendo en muchos despachos y firmas de auditoría, se han de resaltar algunos aspectos que confluyen en este sector y que explican el especial impacto que está teniendo la crisis.
Ha sido a partir de la publicación de la Ley hace cuatro años cuando la auditoría ha tomado carta de naturaleza en el tejido industrial y empresarial. Sin embargo, y a pesar del espectacular avance experimentado durante este período, no ha sido suficiente para que la auditoría se consolide como una actividad profesional en España.
Esta nuestra actividad está cubierta en un gran porcentaje por las grandes firmas de auditoría tal y como lo reflejan los datos publicados por el ICAC.
Los precios de los servicios de auditoría, desde prácticamente la publicación de la Ley, han tenido y tienen fuertes oscilaciones, normalmente a la baja. A ello ha contribuido la imagen, especialmente peligrosa, que ha cuajado en muchas empresas, de la auditoría como certificaduría, es decir la mera obtención de un certificado que hay que conseguir al precio más barato posible.
Como consecuencia de lo anterior y de la inadecuada regulación de los precios en este sector, se produce una feroz competencia a la hora de ofertar los trabajos debido a:
– Costes crecientes debido al importante componente de gastos de personal, dado el carácter de prestadores de un servicio profesional al cliente.
– Insuficientes clientes en muchos despachos y pequeñas firmas de auditoría, cuyos márgenes han impedido una estabilidad financiera suficiente, y que les sitúa en una posición de vulnerabilidad ante cualquier reducción de la carga de trabajo.
– Métodos y sistemas de ejecución caducos y no rentables en cuanto que exigen una gran aportación de horas profesionales que encarecen inútilmente los costes, y que más bien responden a los sistemas de trabajo utilizados en los años setenta que a las herramientas disponibles en los noventa.
– Dimensión inadecuada de muchas firmas y despachos, tanto en cuanto al número como a la composición y estructura de sus componentes, lo que agrava su vulnerabilidad.
– Insuficiente por no decir nulo apoyo de las corporaciones. Ni las corporaciones profesionales realizan un serio y eficaz esfuerzo por clarificar y racionalizar este sector, ni la propia Administración contribuye a ello al permitir el actual estado de impunidad en la que se encuentran muchas empresas que estando obligadas según Ley, no designan auditores para verificar sus Cuentas Anuales.
– Fuerte regulación de esta actividad en cuanto que normaliza no sólo quiénes sino el cómo.
– El incumplimiento de las Normas de Auditoría está contemplado en un prolijo Régimen Sancionador, que no tiene parangón con otras actividades profesionales en España.
En definitiva, esta actividad constituye un proyecto empresarial de muy elevado riesgo, tanto profesional como económico.
Expuestos algunos de los aspectos que caracterizan a esta actividad, destaquemos los EFECTOS inmediatos que la crisis está provocando en muchos despachos y firmas de auditoría:
– No renovaciones de los contratos de auditoría. Muchas empresas aquejadas por la crisis rescinden los contratos con los auditores por algunas de estas causas:
– Por dejar de cumplir las condiciones establecidas por la Ley para realizar la auditoría obligatoria, debido a reducciones de plantilla o a la simple disminución de la actividad económica.
– Por considerar que el incumplimiento del requisito legal de auditarse no está penalizado y por lo tanto es un coste del que se puede prescindir.
– Por contratar a otros auditores más baratos y/o más comprensivos.
– Por fallecimiento de las empresas clientes al verse inmersos en procesos de cierre, reconversión, quiebras, etc.
– Rebaja de los precios tanto en los contratos que se renuevan como en los nuevos trabajos que se suscriben. Ello responde a una práctica más dirigida a capturar clientes durante un período que oscila entre tres y nueve años. Estas reducciones de precios obligan a aceptar trabajos que no son rentables, y que inciden muy desfavorablemente no sólo en las cuentas de resultados de los despachos sino en la calidad con que son ejecutados.
– Importantes problemas de cobro. La crisis está provocando que no se tenga respeto ni a los auditores, ya que a diferencia de épocas anteriores, empiezan a abundar retrasos e incumplimientos de los compromisos de pago. Esto, unido a la vulnerabilidad financiera de muchos despachos y firmas de auditoría, está originando importantes tensiones de tesorería que están trayendo de cabeza a muchos gestores de estas firmas.
Las SOLUCIONES no son fáciles y desde luego tampoco podrían generalizarse. Cada caso requeriría una terapia diferente pero, lo que es evidente, es que la gran mayoría de ellas necesitan la adopción de algún tipo de medidas.
Las posibles soluciones que podríamos acometer ante el desolador panorama expuesto son reducidas, en cuanto a que carecemos de la capacidad para influir sobre muchas de las causas que han provocado esta situación. Sin embargo, sí deseo apuntar algunos aspectos que pueden permitir suavizar sus efectos y capear, en la medida que sea posible, el temporal:
Estas medidas podrían clasificarse en:
– Organizativas
– De producto
– De dimensión
– De las corporaciones
– Organizativas
Consiste en mejorar nuestros sistemas y forma de hacer las cosas, racionalizando los procedimientos de trabajo no sólo para mejorar la calidad de los mismos, sino para reducir los costes, medidos en términos de horas. Esto se consigue mediante:
– La implementación de una metodología adecuada.
– Una mecanización de todos los trabajos de auditoría para aumentar la eficiencia de los equipos y personal del despacho.
Los pasos anteriores permitirán el poder prestar más horas al cliente y menos a cumplimentar papeles.
– Racionalizar y planificar adecuadamente los trabajos tanto en cuanto a su alcance, como a la oportunidad y forma de ejecutarlos.
– Implantar en el despacho los controles internos adecuados entre los que cabrían destacar los siguientes:
– Presupuestación adecuada tanto a nivel del propio despacho como a nivel de los trabajos a realizar. Con frecuencia se asumen compromisos y encargos impulsados por la presión de la situación financiera, y no por su rentabilidad esperada.
– Selección de clientes no sólo en función de la rentabilidad ofrecida sino por el riesgo profesional que asumimos al aceptar el encargo.
– Análisis de los tiempos incurridos y de sus desviaciones.
– Seguimiento de los trabajos tanto en términos de costes como en la cumplimentación de las Normas Técnicas.
– Racionalizar los costes y procurar convertir los fijos en variables. La vigilancia estrecha de los costes y de su composición ha de ser una de las tareas prioritarias de cualquier gestor de estos despachos.
– Controles de calidad, sistemáticos y bien diseñados, no sólo por imperativo de las normas técnicas sino como medio de controlar la calidad del servicio que prestamos a nuestros clientes.
– Adopción de un sistema de administración racional del despacho enfatizando, de forma especial, todos aquellos aspectos relacionados con la situación financiera.
– Mejora de la imagen de los servicios que prestamos y en concreto en cuanto a:
- Presentación de los informes.
- Acabado de los trabajos.
– Información y servicios adicionales al cliente.
– De producto:
Adoptar cuantas medidas internas sean necesarias en nuestros despachos para aportar al cliente un auténtico servicio profesional que le suponga un claro valor añadido, como única fórmula de evitar que se nos califique como meros vendedores de certificados.
Ocuparnos más del riesgo empresarial que del riesgo de auditoría.
Enfocar más el trabajo hacia donde se ha equivocado el cliente y no tanto sobre dónde nos engaña.
– De dimensión:
Racionalizar la dimensión tanto en términos cuantitativos, número de empleados, como cualitativos, es decir, de capacitación técnica para desarrollar un proyecto empresarial rentable.
Conseguir mediante acuerdos de colaboración con otros despachos y profesionales la dimensión que no podemos lograr.
– De las corporaciones:
Para que presten más atención a las pequeñas y medianas firmas, lo cual se lograría más fácilmente con una profesión integrada en una única Corporación que aglutinara a todos los profesionales y asumiera este objetivo que consideramos prioritario.
Del ICAC y de la Administración, para instaurar los mecanismos necesarios que obliguen a las empresas a realizar las auditorías en los términos establecidos por la Ley, y evite el actual estado de impunidad en la que se encuentran un gran número de ellas.
También del ICAC para que asuma, de manera firme y clara el compromiso de apoyar junto al resto de las Corporaciones Profesionales, a las pequeñas y medianas firmas de auditoría y puedan contribuir de esta forma, a la instauración en nuestro país de una auténtica profesión de auditoría.
Madrid 21 de Octubre de 1993
Fdo. Esteban Uyarra Encalado